Friday, March 24, 2006

24 de marzo de 1976


Madrugada del 24 de marzo de 1976, la noche, fiel compañera de las ratas y los cobardes, presta su manto de oscuridad para el comienzo del período mas siniestro de nuestro país. Es el comienzo de la expoliación, la miseria humana expuesta en su mayor magnitud, ya casi no hay palabras para describir lo que iba a suceder, hasta se hizo necesario inventarlas. No fue el comienzo de una guerra, fue el comienzo de un robo, el mayor de todos, robaron nuestra dignidad, nuestras esperanzas, nuestros ideales, nuestros bienes, nuestros hijos, nuestros padres, y hasta nuestros abuelos.Nada ni nadie quedó a salvo, excepto la banda de criminales que manejó a su antojo nuestro presente y nuestro futuro. Treinta mil almas claman justicia, obtuvieron migajas, justicia en pequeñas dosis. Pero ellos, conjunto de basura que no me atrevo a denominar humana tienen nuestro repudio y nuestra memoria. No podrán caminar libres por la calle sin sentir el oprobio del desprecio, les escupo mil veces y vuelvo a hacerlo. Ya muchos no conocen sus caras, el tiempo pasa, algunos han muerto sin sufrir lo suficiente, pero es la Sociedad la que los repudia, y para alguien que se creyó dueño de todo lo que se posaba sobre este suelo al sur del continente no hay peor castigo. A veces quisiera que pudieran salir a la calle y enfrentar nuestras miradas, y que vuelvan a sus casas embebidos en saliva y excrementos. Podrán rodearse de sus cómplices pero nunca volverán a caminar tranquilos. ¿Angel rubio dónde estás? Detrás de que cobarde acción te esconderías ahora? Asesino de mujeres, de monjas, de abuelas, cuando tuviste que enfrentar a otros guerreros, no te tembló el pulso para entregarte. Errar es humano, perdonar es Divino, pues nosotros no podemos perdonar, porque somos Humanos, pero no "derechos y humanos" como pretendían mostrarse hipócritamente. Es imposible olvidar, hay treinta mil almas que nos reclaman que sus muertes no hayan sido en vano. Si olvidamos el pasado, estaremos condenados a repetirlo. NUNCA MAS, ni treinta, ni cien años borrarán vuestra infamia, vuestra degradación. Si alguien cree que el mal no tiene nombre, se equivocan, tiene muchos: videla, masera, agosti, camps, astiz, y cientos de asesinos que los acompañaron. Esa mañana al despertar solo atiné a llorar, de bronca, de impotencia, de saber que no se podía hacer nada, realmente me importaba poco la señora presidenta y algunos de sus secuaces, ya iban a caer bajo el peso de las urnas, ellos habían engendrado la triple A, grupo de prueba parapolicial asesina de todo lo que pensara y se opusiera, con actos crueles, sanguinarios y cobardes, lloraba por la Democracia que se volvía a perder, el derecho a defenderse en un juicio, la libertad de caminar al libre albedrío, lloraba por la larga noche que iba a cubrir nuestra Nación por mucho tiempo. Siete años de bañarnos con sangre de nuestros hermanos, con los oídos inflamados de los gritos de aquellos que sufrían miles de torturas, siete años de dormir esperando una frenada, un golpe sobre la puerta, y nada peor cuando era el silencio el que se instalaba a veces en esas noches, el silencio a veces era peor que cualquier ruido, no hay nada peor que los sonidos del silencio. La muerte, se había instalado en el gobierno, y pensaba quedarse mucho tiempo. Imposible olvidar, creo que lo llevaré con mis cenizas, y cuando sea humo, lo desparramaré por todos los espacios.

1 comment:

Anonymous said...

Es parte de nuestra nefasta historia