Saturday, April 01, 2017

LUCIA



La noche estaba en pañales. El lugar explotaba de gente, no había un centímtro libre para desplazarse. A pesar de eso todos se movían al frenético rimo de la música, en sus lugares, con movimientos espasmódicos queriendo seguir el ritmo que atronaba de todos los costados. El DJ estaba en pleno apogeo y con sus luces encendidas.
Lucía tenía sed, mucha, pero con sólo pensar que iba a tener que abrirse paso a los empellones para llegar a la barra se aguantaba.
La música iba in crescendo, ahora estaban pasando su canción favorita lo que la motivaba para aumentar sus movimientos, casi con furia y con una violencia inusitada, quizas por la sed que la agobiaba, quizás por los recuerdo de esa mañana terrible que había que tenido o sólo impulsada por las notas que penetraban por sus oídos y le nublaban el cerebro y retumbaban como martillos en la pared.
El calor sofocante y pegajoso había superado la capacidad de los aires encendidos a full.
De golpe todos empezaron a desplezarse al unísono, como en una coreografía ensayada, pero desprolijamente. Las casi cuatrocientas personas presentes, frenéticas y en el máximo de paroxismo musical se empujaban y saltaban como en un pogo gigante.
A Lucía empezó a disgustarle eso. Ella era prolija en sus movimientos, no le gustaba la anarquía, amaba el descontrol, pero el descontrol con ritmo, con orden, y menos le gustaba que la empujaran como ueriendo forzarla a ir hacia determinado lado, en un sentido que no era el que ella quería.
Así no, además empezo a sentir que la estaban tocando en lugares a los cuales muy pocos tenían acceso y permiso. Eso la sacó de sí, sintió una mano atrevida que se metió velozmente entre sus cachetes y se dió vuelta con violencia para responder a la agresión pero no pudo identificar el agresor.
En ese instante sintió el puntazo, primero uno, después el otro, el tercero ya no llegó a sentirlo. Su cuerpo se desplomó cómo un edificio al ser demolido.
Los que estaban al lado se abrieron inmediatamente, otra chetita que se había pasado de rosca pensaron enseguida, esas pendejas que se toman todo y después no aguantan el frenetismo del movimiento. Les falta noche y estómago, eran común los desmayos cuando la fiesta entraba entraba en el pico de locura. Pero había algo raro. Los mas cercanos abrieron un pequeño círculo alrededor de Lucía mientras el resto seguía saltando y moviéndose al compaz de la música.
El DJ al toque notó algo raro y primero hizo un cambio brusco en el ritmo que desorientó a la mayoría que seguían moviéndose espasmódicamente cuando la música había bajado las revoluciones.
El círculo se fué agrandando y empezó a expandirse como una ola circular y empezó a llamar la atención de los demás.
Un grito desgarrador actuó como freno paralizante, el DJ no lo escuchó desde su cabina pero vió que algo había pasado. Sus muchos años en esto le indicaron que debía parar.
Todos se sorprendieron por la interrupción, alli notaron que una ola circular se había formado y se expandía haciendo que todos volvieran sus cuerpos y miradas en dirección del centro. Aunque no vieran nada mas que cabezas dirijidas hacia un solo lugar.
En el centro, el cuerpo de Lucía yacía grotescamente tirado en el piso y por debajo de él empezaba a asomar un líquido rojo que no dejaba ninguna duda sobre lo que era.
Al grito original se sumaron varios ahora, como un chillido desgarrador propio de una película de terror.
El cuerpo sin vida de Lucía era el único que no se movía, no emitía sonido, ya no había música que lo estimulara.

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