Tuesday, February 13, 2018

INCONSCIENTE I



Caminaba a tientas por las calles oscuras, mis apagados ojos no me permitían ver el camino al cual mis sentidos conducían.
Cada tantos pasos golpeaba con algo duro y macizo que me hacía trastabillar y cambiar el rumbo, así horas, quizás días hasta que el cansancio me pedía basta.
En ese momento me dejaba caer y que el sueño se apoderara de mi infeliz cuerpo.
Sueño? Pesadilla? O simple deambular por el espacio oscuro de mi mente torturada.
En esos momentos era cuando la luz me penetraba y las historias renacían.
Pude ver su espalda, siniestra y majestuosa, alumbrada por los rayos del fuego en las alturas.
Un instante solamente, el necesario para sentir el barro que me atora, me envuelve cadencioso y deslizante, cual serpiente escamosa en mi piel y mis arrugas.
De a ratos nada, silencio en la espesura, de mis ojos muertos cual tortura, siento caer espesamente lágrimas de hielo que se derriten velozmente en la carnura.
El camino de los sueños es inenarrable, no tiene senderos ni amarres, lleva al alba y la negrura, al mismo tiempo, como el amor al odio, como la carne al vino y mi sangre a tu espesura.
Siento el león desgarrar mis vestiduras, que son mi piel, mis ataduras, mientras mi mente en su vuelo se perdura, sin esperanzas y sin miedo a las alturas.
Amargo el sabor, nauseabundo en su alientura, “Ten piedad – le grito – déjame morir en mi dormidera”, y El me responde: “No la conozco ni la tengo, no será por mi que mueras, menos antes de despertar de tu negrura”.
Tanto vagar en lo profundo, de a ratos me eleva y me golpea, mas no siento, si sentir es algo ajeno, algún recuerdo por el dolor perdido.
Basta ya del descanso diurno, que del alba también río profundo, rayo mi cuerpo en las paredes, marco los surcos en la bisagras y pinto con mi aliento carmesí las puertas por las cuales pasará la extremadura.
No quise creer en vuestro reino, rey perdido, y militante de mis muertes, te vi en todos los hornos y los frentes, te sentí en todas las bombas mil cayentes, y por eso quieres que te honre displicente? Eso nunca, aunque de mi cuerpo sólo las cenizas queden y de mis cenizas cuerpos en el fuego se vulneren.

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