Quizás nació conmigo,
abriéndose camino a la vida
como una ola del océano infinito,
eterna,
perdida en la inmensidad
de la nada espumosa.
Quizás se me prendió en alguna pelea familiar,
de esas que me siguen atormentando después de medio siglo.
O tal vez,
lo mas seguro,
esté encadenado a mi ADN
y se acabará cuando sólo sea cenizas.
Eterna tristeza,
acabaremos juntos,
ya no falta mucho...