Nos alimentaron con su sangre y nos parieron con ella. Alguien por algún designio de la fuerza decidió que nacieran de nosotros, de una costilla diría la leyenda.
Yo me pregunto: si nosotros parimos de ellas, cómo puede ser que primero existió el hombre y después la mujer. La inacabable paradoja de una eterna mentira.
Hay lugares de este planeta subhumano donde son tratadas peor que los animales, mutiladas – TEXTUALMENTE - sometidas, humilladas hasta por sus propios hijos muchas veces.
Pero cansadas de ser sombra las hay quienes luchan de igual a igual por sus derechos. Algunas – HOY MUCHAS - son el único sostén de la familia. Otras, con el cerebro lavado y marcado a fuego, aceptan la situación como algo normal a su existencia, no es que no reclamen, es que no conocen otro estado que el de la esclavitud frente al género masculino. Pero las hay millones que dijeron BASTA, y luchan, discuten, a veces se imponen, a veces pierden – hasta la vida - , aunque al final ganan, aunque no lo parezca.
Acá no es cuestión de ganar o perder, es cuestión de respetarnos en nuestros derechos y en nuestras obligaciones, es cuestión de sentirnos y reconocernos iguales en nuestra igualdad, porque pertenecemos a la misma especie.
Por esos y mucho mas las mujeres no son mujeres, son GUERRERAS, en constante batalla por sus familias, por su dignidad, sus legítimos derechos, aunque algun@s – algunos- algunas- no lo entiendan. O les convenga no entender.
Algunes sí.
Este texto fue escrito el 13/10/2005 y está extraído del libro Doce Fragmentos de un diario – La última criatura de Sergio Kohan – pág. 80. Las últimas dos palabras fueron agregadas hoy.
Hoy somos mas los que entendemos.