Desde chico se sentía observado. Siempre tuvo la sensación de que en cada momento, en cada lugar, en cada instancia alguien lo estaba mirando. No podría decir a ciencia cierta cuando comenzó a percibirlo, sólo recuerda que ya en su mas tierna infancia, aún en sus momentos de mayor soledad, creía tener alguien a su lado, que lo cuidaba, lo acompañaba. Eso que al principio le provocaba temor, con el tiempo fue como una compañía necesaria para cada momento de su vida, como un amigo imaginario que estaba en cada instante que lo necesitaba, aunque a veces, el momento podía parecer inoportuno. Como cuando la primera vez, como aquel día del accidente, como esas noches de insomnio y lágrimas. A7milcuatrocientosb3. Ese era su número, su identificación en el mundo. No Juan Manuel cómo todos lo llamaban. Para ellos era A7milcuatrocientosb3. Nadie le contó nunca que al nacer, dentro del cordón,en el centro de su universo humano, se le había colocado un microchip, que lo habría de acompañar toda su vida. Fue el primero, de miles de millones que vendrían después. Ahora su frío cuerpo descansaba sobre el mármol negro. Sólo su amigo imaginario seguía con vida. Su batería estaba preparada para vivir mil años. Faltaba decidir si entraba con él al fuego, o sería separada para ser insertada en otro cuerpo. Quizás en alguno del tercermundo. Todavía era útil, aunque obsoleto, quizá para algún cuerpo descartable, en alguno de esos países descartables.
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