Imposible dormir, el silencio atroz perfora mis oídos impidiéndome conciliar el sueño. Las llaves golpean mi cabeza y me traen a la mente las historias pasadas en el tiempo. Mas de viente años luchando por olvidar lo imposible.
En el camino quedaron mis padres dejándome una sensación de huerfanía que no me permite disfrutar de todo lo bueno, amor filial, fraternal sentido de vida joven, el permanente pulular de mis ángeles terrestres y menos poder cerrar las puertas de olvido.
El silencio de la calle es cada vez mas atroz, mas penetrante, mas doliente, tanto así que tuve que enchufar mis oídos a una música supuesta para calmar mi ira.
Ira de pensamientos inocuos llenos de odio y tristeza, serpientes del viento que me arrullan consus cascabeles y me asfixian con sus tentáculos alrededor de mi fragil memoria.
Hoy quisiera que el alemán me posea, vacíe mi mente de todo aquello que me lastima y me mantiene absorto en una madrugada de frío fuego y penar doliente.
Baldosas sobre mi cabeza, adoquines sobre mis piernas y fuego en mi pecho sufriente.
No basta con cerrar mis párpados, que quisiera coser con alambre de púas para no abrir jamas en la penumbra de mis pensamientos.
No estoy loco, lo se, o quizas si, quien sabe, pero la historia de mi vida inundada de miel podrida en jenjibre no me permite discernir el hoy del ayer.
El mañana no está en mis pensamientos como no están el Sol y la Luna, astros vedados a mis ojos muertos y mis neuronas secas.
Yo creí que todo estaba olvidado, pero nada se olvida cuando la mente bulle y el eterno temor a la inexistencia te invade noche a noche, día a día, como gusanos en la nieve fecunda de un orgasmo helado por la fuente.
Nada me es fiel, el barro me sacude las entrañas, la ciénaga de mi espíritu arrulla todo futuro incierto, cierto, no es de hoy, es de siempre.
Cuando apague mis sentidos, sin sentido, sin ausencia por esa presencia fútil,
frío incienso de caras perdidas en la historia, mi historia, mi hoguera de sueños olvidados, incumplidos excrementos de deseos impuros, malolientes, putrefactos.
No puedo parar de generar palabras que se escupen sobre la pantalla cada vez menos blanca. Hasta mi nariz sangra frases inconexas, que aullan por un poco de paz interior pero todo en vano.
Seré acaso una langosta en busca de su destino? Estaré esperando que alguien me arroje al agua hirviente para desollarme vivo y devorar lo mejor de mis entrañas? Qué desilución para el que espera, sólo tengo sabor amargo y agrio, duro, pétreo, indisoluble.
No hagan humo del cuerpo inerte, hagan fuego del malviviente y quizás acaben la tortura.
Quiero soñar y no puedo, mentira, sueño despierto que es peor que estar muerto.
Antes lo mejor de mi vida pasaba en sueños, no quería despertar para no vivir esta realidad que me agobia, me asfixia, me incinera por dentro pero no me deja terminar en cenizas para calmar mi huerto. Como Prometeo me enciendo y torturo pero no.
Hoy es peor que nunca, hoy los fantasmas del pasado se sumaron al presente y ya no me dejan vivir mi muerte ni morir mi vida.
Hoy excálibur me atravieza sin piedad y me desolla sin compasión, apasionadamente.
Hoy termino mi comienzo sin comenzar mi aventura.
Hoy soy yo mismo y eso es el final de un nuevo y oscuro amanecer de lodo y trueno. Piedad, no piedras. Es mucho pedir?
El silencio de la calle es cada vez mas atroz, mas penetrante, mas doliente, tanto así que tuve que enchufar mis oídos a una música supuesta para calmar mi ira.
Ira de pensamientos inocuos llenos de odio y tristeza, serpientes del viento que me arrullan consus cascabeles y me asfixian con sus tentáculos alrededor de mi fragil memoria.
Hoy quisiera que el alemán me posea, vacíe mi mente de todo aquello que me lastima y me mantiene absorto en una madrugada de frío fuego y penar doliente.
Baldosas sobre mi cabeza, adoquines sobre mis piernas y fuego en mi pecho sufriente.
No basta con cerrar mis párpados, que quisiera coser con alambre de púas para no abrir jamas en la penumbra de mis pensamientos.
No estoy loco, lo se, o quizas si, quien sabe, pero la historia de mi vida inundada de miel podrida en jenjibre no me permite discernir el hoy del ayer.
El mañana no está en mis pensamientos como no están el Sol y la Luna, astros vedados a mis ojos muertos y mis neuronas secas.
Yo creí que todo estaba olvidado, pero nada se olvida cuando la mente bulle y el eterno temor a la inexistencia te invade noche a noche, día a día, como gusanos en la nieve fecunda de un orgasmo helado por la fuente.
Nada me es fiel, el barro me sacude las entrañas, la ciénaga de mi espíritu arrulla todo futuro incierto, cierto, no es de hoy, es de siempre.
Cuando apague mis sentidos, sin sentido, sin ausencia por esa presencia fútil,
frío incienso de caras perdidas en la historia, mi historia, mi hoguera de sueños olvidados, incumplidos excrementos de deseos impuros, malolientes, putrefactos.
No puedo parar de generar palabras que se escupen sobre la pantalla cada vez menos blanca. Hasta mi nariz sangra frases inconexas, que aullan por un poco de paz interior pero todo en vano.
Seré acaso una langosta en busca de su destino? Estaré esperando que alguien me arroje al agua hirviente para desollarme vivo y devorar lo mejor de mis entrañas? Qué desilución para el que espera, sólo tengo sabor amargo y agrio, duro, pétreo, indisoluble.
No hagan humo del cuerpo inerte, hagan fuego del malviviente y quizás acaben la tortura.
Quiero soñar y no puedo, mentira, sueño despierto que es peor que estar muerto.
Antes lo mejor de mi vida pasaba en sueños, no quería despertar para no vivir esta realidad que me agobia, me asfixia, me incinera por dentro pero no me deja terminar en cenizas para calmar mi huerto. Como Prometeo me enciendo y torturo pero no.
Hoy es peor que nunca, hoy los fantasmas del pasado se sumaron al presente y ya no me dejan vivir mi muerte ni morir mi vida.
Hoy excálibur me atravieza sin piedad y me desolla sin compasión, apasionadamente.
Hoy termino mi comienzo sin comenzar mi aventura.
Hoy soy yo mismo y eso es el final de un nuevo y oscuro amanecer de lodo y trueno. Piedad, no piedras. Es mucho pedir?
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