No recuerdo cuando la compré, sólo se que me acompaña desde que tengo noción de ser.
He querido venderla hasta por un peso...infructuosamente.
He llegado a dejarla olvidada frente a una puerta cualquiera en los barrios mas perdidos, pero al regresar a casa me estaba mirando desde el medio del living nuevamente.
Como Zeus, que retornaba siempre a casa después de haber salido de parranda por los techos de la ciudad.
Hasta llegué a ofrecer 10000 pesos para que se la lleven, pero nadie golpeó a la puerta por ella.
Mientras, yo sigo privándome de todo lo que me da oxígeno.
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