Caminaba a tientas
por las calles oscuras, mis apagados ojos no me permitían ver el
camino al cual mis sentidos conducían.
Cada tantos pasos
golpeaba con algo duro y macizo que me hacía trastabillar y cambiar
el rumbo, así horas, quizás días hasta que el cansancio me pedía
basta.
En ese momento me
dejaba caer y que el sueño se apoderara de mi infeliz cuerpo.
Sueño? Pesadilla? O
simple deambular por el espacio oscuro de mi mente torturada.
En esos momentos era
cuando la luz me penetraba y las historias renacían.
Pude ver su espalda,
siniestra y majestuosa, alumbrada por los rayos del fuego en las
alturas.
Un instante
solamente, el necesario para sentir el barro que me atora, me
envuelve cadencioso y deslizante, cual serpiente escamosa en mi piel
y mis arrugas.
De a ratos nada,
silencio en la espesura, de mis ojos muertos cual tortura, siento
caer espesamente lágrimas de hielo que se derriten velozmente en la
carnura.
El camino de los
sueños es inenarrable, no tiene senderos ni amarres, lleva al alba y
la negrura, al mismo tiempo, como el amor al odio, como la carne al
vino y mi sangre a tu espesura.
Siento el león
desgarrar mis vestiduras, que son mi piel, mis ataduras, mientras mi
mente en su vuelo se perdura, sin esperanzas y sin miedo a las
alturas.
Amargo el sabor,
nauseabundo en su alientura, “Ten piedad – le grito – déjame
morir en mi dormidera”, y El me responde: “No la conozco ni la
tengo, no será por mi que mueras, menos antes de despertar de tu
negrura”.
Tanto vagar en lo
profundo, de a ratos me eleva y me golpea, mas no siento, si sentir
es algo ajeno, algún recuerdo por el dolor perdido.
Basta ya del
descanso diurno, que del alba también río profundo, rayo mi cuerpo
en las paredes, marco los surcos en la bisagras y pinto con mi
aliento carmesí las puertas por las cuales pasará la extremadura.
No quise creer en
vuestro reino, rey perdido, y militante de mis muertes, te vi en
todos los hornos y los frentes, te sentí en todas las bombas mil
cayentes, y por eso quieres que te honre displicente? Eso nunca,
aunque de mi cuerpo sólo las cenizas queden y de mis cenizas cuerpos
en el fuego se vulneren.
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