En mi está el
conjunto vacío y lleno al mismo tiempo.
El amor, la pena, el
conocimiento y la estupidez, lo blanco y lo oscuro, el arco iris del
ilustre ignorado y el fulgor del adorado, lo extraordinario y lo
vulgarmente olvidado.
Si me siguen
compartirán el aturdimiento y la decadencia.
Acaso te perturban
estas ideas? A mi me acongoja la ignominia de este subsuelo perdido
por los que han extraviado la substancia y sus cadenas.
Almas de arena, sin
peso ni condena, que naufragan en la nada de las rocas, el moho y la
tosca efervescencia.
No me toques, ni
siquiera aún sin manos, sin presencia, no me puedo permitir mas
contacto que tu nublada evanescencia.
No me hables, no te
entiendo a tí, menos entenderé esas miles de lenguas, sin sonido y
revueltas en maullidos de inmensa malevolencia.
Transhumante
suplicio, miserable suerte de infinitos destinos entroncados al
centro del universo por las palmadas del dolor y del martirio.
Yo lo oigo, y tú?
Caminas entre sus
voces como si fueran senderos sin peaje hacia rutas salvajes sin
audiencia y caídos del éter de perdidas razones en vuelo sin fin.
Aquellos que
avanzaban como turba, mezcla de melaza sanguinolenta y mugrosa,
agusanada y prendida por los insectos partidos en alas de sal y
fresno, no merecían mas atención que la faena de la bestia
aposentada perdida del firmamento.
Extraviados por Él,
dejados caer en la humillación de no haber sido.
Confieso haber
reconocido algunos, de la misma manera que me sentí apercibido por
lo que no fui ni debí haber sido.
La marea de los que
no existieron jamás podrán perturbar mi ruta ni mi planeo.
Nada mas fácil que
cruzar un río seco en pleno arreo. Es qué no veis lo que yo veo?
Es sólo una canoa
en un lecho muerto, tan difícil es entender el sentido de lo
nuestro?
No veo, no siento,
no lucho, no sufro, no sangro y no espero.
Cruzo hasta la otra
orilla esperando encontrar el nido abierto.
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