....quise comprender lo imposible, explicar lo inexplicable, esa obsesión por encontrar respuestas cuando no las hay. Por qué siempre tiene que haber respuestas? Esa vieja manía de tener al menos una, de ser posible varias: si no las hay las invento! Como si mi cabeza pudiera contener las ideas ocultas de Da Vinci, como si se pudieran adquirir en la góndola de un supermercado detrás de un código de barras imaginario. Mejor las construyo con palabras vacías y frases hechas, oraciones salidas de la nada que terminan en el margen derecho de cualquier hoja de cuaderno viejo, rasgado por los años, vencido por la angustia de no ser, escondido al fondo de la biblioteca como con verguenza y timidez por mostrar la absurda página de las respuestas muertas.
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