Buena vista,
santa congénita ritual.
Genitales bordeando la vereda,
que miran absortos el paseador de canes.
Yo,
sentado,
sobre el sombrero amargo,
negro copetudo,
reflejo la mirada en el piso acaramelado.
No aplaudan,
no es el fin,
el telón cayó por las dudas,
pero la obra recién comienza.
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