Consejo de amiga

Hoy sólo me permito reir,
Ya desde temprano al ver mi arrugada cara en el espejo,
Sonreí al contemplar mi ridículo aspecto.
Cuando se trabó la máquina tragamonedas del colectivo estallé en carcajadas,
Contagioso, pues el resto del pasaje empezó a reirse, primero nerviosamente,
Luego sin tapujos ni cuidados.
El colectivo se bamboleaba por la tormenta de risas en su interior.
Cundo mi jefe me devolvió el trabajo que había hecho por vigésima vez,
Exploté de risa, contagiando toda la oficina,
Lo cual me valió un día de suspensión,
Hecho que generó más risa, pués aproveché el día para estar con mi familia,
Y jugando todos a dígalo con mímica,
Nuestros gritos de algarabía inundaban todos los pasillos del edificio.
Por la calle la gente me miraba absorta,
Pues mi sonrisa era tan amplia que no permitía ver el resto de la cara.
Me sentía el guasón en medio de ciudad gótica.
Al final del día, terminé embriagado en risas,
Y por primera vez en mucho tiempo,
Pude dormir sin ayuda y acunado por millones de sonrisas,
Y mis pesadillas se trastocaron en enormes risas que poblaron mis sueños,
Y me hacían cosquillas.