Thursday, November 09, 2006

En el abismo


A pesar de estar inconciente, sentía miles de pequeñas peludas patas que recorrían mi cuerpo por todos lados. Me generaba esa desesperación que uno suele tener cuando está en medio de una pesadilla y quiere despertar pero no puede. El problema es que aquí no se trataba de una pesadilla, sino la más pura realidad. No recuerdo cuanto tiempo pasó, para mi fue una eternidad, sólo evoco la sensación de frío húmedo que comenzó a invadirme y percibir el golpe furioso de agua helada contra mi cuerpo. El shock hizo que abriera los ojos, sólo podía ver una lluvia de agua que con violencia revolcaba mi cuerpo de un lado hacia otro provocando que los cientos de insectos que se habían apoderado de mi cuerpo salieran despedidos en todas direcciones, algunos como efecto del agua y otros escapaban por propia voluntad ante el ataque acuoso (¿las arañas tienen voluntad?). No podía ver quien estaba efectuando la maniobra salvadora, pero le estaba súmamente agradecido. No tuve oportunidad de expresarlo porque inmediatamente volví a desmayarme, pero ahora era distinto, una sensación de paz me invadía y empecé a soñar con situaciones agradables. Primero, creo recordar, vislumbré un lago muy azul, en medio de enormes montañas de cumbres nevadas, luego, una inmensa playa dorada, acariciada por pequeñas olas, y traviesos remolinos de arena que se levantaban aquí y allá, por último, una enorme catarata de agua verde esmeralda que caía indefinidamente sin que pudiera ver el final de la cascada. Después, nada, la mas impenetrable ausencia de todo, invadió mi mente, y una suave melodía, que no puedo ubicar pero que reconocía haber escuchado alguna vez, empezó a inundar mis pensamientos.

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