Otra vez,
Como desde hace cuatro noches,
Se apoderan de mi cuerpo,
Interrumpen mis sueños,
Me recorren,
Me navegan hasta llegar a puerto,
Mi cabeza,
Allí se menean al compás de los tambores,
Para un lado y para el otro,
Dan vueltas sin cesar hasta llevarme al borde del estallido,
Pero no estallo,
No reviento en mil pedazos como quisieran,
Sólo consiguen levantarme y llevarme balanceándome tristemente
Al lugar de las pastillas.
Con sigilo,
Tratando de no despertar a nadie,
Elijo la mágica,
Y con un violento sorbo la obligo a pasar por mi garganta.
Ahora, solo resta esperar.
Siempre funcionó,
Vuelvo a la cama despacio,
Tambaleando como después de una borrachera que nunca existió,
Apoyo mi cuerpo en la cama gastada,
Donde aún queda marcada y caliente mi silueta,
Dejo caer mi atormentada cabeza sobre la implacable almohada,
Y espero que la mágica gragea desaloje los intrusos,
Aquellos que últimamente me visitan en medio de mis historias nocturnas.
Hasta ahora funcionó,
Esperemos que hoy no me falle.
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