Estoy en busca del vacío, ese que quedó después de la última función, no para ser llenado, sino para encontrar en él la verdad de lo ocurrido. Es en ese espacio ahora desocupado donde queda la sustancia de lo vivido. Allí se encuentra la historia, cuando no queda nada, está el todo. Recién podemos apreciar lo logrado y sus consecuencias. Sólo es cuestión de sentarse y abrir los sentidos a la percepción de la energía residual acumulada. Tontos de nosotros apagamos las luces y nos vamos olvidándonos de lo mas importante, la creación. Está allí, es energía pura y nos pide a grtos que la escuchemos. Prueben al terminar la función y cuando todos se han ido, ponerse en la posición que les resulte más comoda, bajar la luces, aplacar todos los sonidos, abrir los sentidos y percibir la energía presente. Allí encontraremos la verdadera historia. En ese supremo instante sentiremos la revelación de lo actuado, percibiremmos nuestros sentimientos y los de los espectadores y disfrutaremos el momento más bello del arte creado momentos antes. Porque nos habremos desprendido de lo físico, lo material, lo superfluo, lo animal, y empezaremos el verdadero camino del aprendizaje. Hagan la prueba, en esos momentos reconocerán las fallas y los aciertos y el arte se les revelará en toda su magnitud porque somos él y nosotros, solos, testigos y actores intimos de la historia y del tiempo. Nuestro tiempo convencional, no horas, minutos o segundos, nuestro tiempo, el necesario, el exacto y necesario para alcanzar la comprensión de nuestro ser. No escapemos despues de la función como quien tiene que fichar y llegar rápido a nuestro hogar. Tomemos estos instantes como parte de la obra y de nuestro aprendizaje para poder evolucionar. No tiremos esa energía que queda esperando por nosotros para penetrar nuestro cuerpo, alimentar nuestras partículas, agregar un grano más a nuestra sabiduría, dar un paso más hacia ese puerto insondable y lejano del conocimiento.
Soy un animal de teatro, vivo por y para el teatro. Mi espacio escénico es el mundo, mi techo es el infinito y mi piso es el infierno.
Tuesday, September 06, 2005
En busca del vacío energético
Estoy en busca del vacío, ese que quedó después de la última función, no para ser llenado, sino para encontrar en él la verdad de lo ocurrido. Es en ese espacio ahora desocupado donde queda la sustancia de lo vivido. Allí se encuentra la historia, cuando no queda nada, está el todo. Recién podemos apreciar lo logrado y sus consecuencias. Sólo es cuestión de sentarse y abrir los sentidos a la percepción de la energía residual acumulada. Tontos de nosotros apagamos las luces y nos vamos olvidándonos de lo mas importante, la creación. Está allí, es energía pura y nos pide a grtos que la escuchemos. Prueben al terminar la función y cuando todos se han ido, ponerse en la posición que les resulte más comoda, bajar la luces, aplacar todos los sonidos, abrir los sentidos y percibir la energía presente. Allí encontraremos la verdadera historia. En ese supremo instante sentiremos la revelación de lo actuado, percibiremmos nuestros sentimientos y los de los espectadores y disfrutaremos el momento más bello del arte creado momentos antes. Porque nos habremos desprendido de lo físico, lo material, lo superfluo, lo animal, y empezaremos el verdadero camino del aprendizaje. Hagan la prueba, en esos momentos reconocerán las fallas y los aciertos y el arte se les revelará en toda su magnitud porque somos él y nosotros, solos, testigos y actores intimos de la historia y del tiempo. Nuestro tiempo convencional, no horas, minutos o segundos, nuestro tiempo, el necesario, el exacto y necesario para alcanzar la comprensión de nuestro ser. No escapemos despues de la función como quien tiene que fichar y llegar rápido a nuestro hogar. Tomemos estos instantes como parte de la obra y de nuestro aprendizaje para poder evolucionar. No tiremos esa energía que queda esperando por nosotros para penetrar nuestro cuerpo, alimentar nuestras partículas, agregar un grano más a nuestra sabiduría, dar un paso más hacia ese puerto insondable y lejano del conocimiento.
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